domingo, 31 de julio de 2022

H

Hariel

Nombre: Hariel. Orientación Sexual: Demisexual. Edad: Veinte años, aparentemente.Nacionalidad: Surcoreana. Raza: Zéphiro. P.B: Lee HyukJae.

Descripción Física

El más alto estándar de simpleza corona a este jovenzuelo. ¿Por qué?. . . Es sencillo, porque no hay nada que se pueda destacar en demasía en él. ¿Cabello? Azul. Mas no lo lleva así por un arrebato de locura. . . No tanto; sino porque aquella huella de sus antigüas transformaciones debía manifestarse de alguna forma. ¿Tez? Pálida. No obstante, sólo es el tono de piel que llevan todos los receptáculos humanos que nacieron o residen en tierras asiáticas. ¿Ojos? Color avellana, el cual es poseído por, aproximadamente el sesenta por ciento del planeta. ¿Nariz? Medianamente prominente, regular, fiel al simbolismo de equilibrio que todo él ansía representar. ¿Boca? Fiel traidora que es muda y habladora. Labios carnosos y levemente rosados. Realmente, no hay algo en exceso que pueda nombrarse, sólo se podría resaltar lo que a él más le gusta de su contenedor. Las manos. ¿Por qué?. . . Ah, fácil. Son las representantes de la creación, del arte, del antónimo de la destrucción, incluso a pesar de que sabe muy bien que la destrucción sólo es un paso más al renacimiento de las cenizas. . . Su estatura no supera el metro setenta, ni su peso los sesenta kilogramos. Un joven muy delgado, sí, pero sólo es debido a la danza, arte que lleva en las venas y cada fibra de su ser. No hay mejor forma de alabar que bailar. . . Así como no hay mayor manera de adorar que cantar. Respecto a su presencia, tampoco hay mucho que resaltar, salvo que lo más brillante pueda ser la absoluta ausencia de brillo. Ropa sencilla y casi siempre de segunda mano será su insignia, excepto aquellas ocasiones especiales donde la ostentación sea obligatoria. En general, no es asiduo de las formalidades, pero siempre está limpio y pulcro, lo cual no sólo se manifiesta en su vestuario, sino también en su manera de ser y actuar. Al menos, la actual.

Descripción Psicológica

¿Cómo describir a este ser?. . . Cual cebolla, tiene capas que, al ser desglosadas, revelan su personalidad. Niveles, le dicen. Niveles que ha ido descubriendo y descifrando a lo largo de su vida. Sí, sin duda es el tipo de ser que gusta de contemplarse a sí mismo y encontrar sus propios secretos. Su pensamiento es: [i]"¿Cómo podré conocer auténticamente al mundo, si no me conozco yo mismo?"[/i]. . . Es por eso que ideó las teorías que se presentarán a continuación: [blur]* [u]Teoría del Exterior.[/u] —[/blur] Quien apenas le conoce, le tomará como una persona amable y gentil. Qué idóneo, ¿verdad?. . . Bueno, eso, en un principio. Luego vendrá la etapa de misterio, donde la persona se preguntará qué tanto esconde aquel muchacho que, a pesar de mostrar una delicadeza única con su prójimo, también muestra cierta melancolía impasible, una lejanía que no puede amainar. El sujeto también presenta un carácter aparentemente asocial, el cual resulta muy contradictorio, dada su amabilidad con todos. No obstante, esta reticencia a tener lazos estrechos e íntimos con todos tiene una explicación lógica y racional, como todo para él en este nivel de su ser. [i]"Amar a todos, es no amar a ninguno".[/i] Y seguramente, cada quien tendrá su propio concepto ante tales palabras, ¿o no?. . . Él podría pasar días sopesando definiciones, todas certeras y, a la vez, erradas; pero, al final, es la otra persona quien deberá descubrirle. Tal vez la vida le sonría y descifre el acertijo. [blur]* [u]Teoría Intermedia.[/u] —[/blur] Aquí la capa glacial se ha desvanecido un poco. El sujeto presenta una conducta algo más abierta, permitiéndose reír con sinceridad, no como en la anterior presentación. Asimismo, podría atreverse a confiar pedazos de su pasado. Sólo pedazos, míseros retazos, en comparación a la verdad mayor. También podría decidir compartir alguno de sus anhelos secretos, ésos que nadie sabe. En el presente estadío la amabilidad se vuelve alegría fraterna. Si está feliz, lo demostrará sin tapujos. Si está triste, se lo guardará. Sin embargo, no hay que malinterpretar. Si decide guardarse ciertas cosas es con la intención de no preocupar o no lastimar a quienes estima, porque su manera de querer es así, puede saltarse algunas reglas. Todo esto es irónico, teniendo en cuenta que el sujeto defiende estas reglas a capa y espada, siendo severo consigo mismo, incluso. Es un ser de honor e infinitamente leal. Recuerda favores pasados y no hay que dudar de que los retribuirá apenas se le presente la oportunidad. A veces, podría decirse que es como un perro. Un amigo fiel, que estará allí incluso si es tratado mal. Oh, también se halla en su expediente una gran dosis de masoquismo, lo cual implicaría ciertos fetiches, pero eso ya es harina de un costal que él no piensa abrir. . . todavía. Es común que él se culpe por todo lo que acontece, incluso aunque no lo manifieste en voz alta. Es aquí donde las personas a su alrededor deberán ser lectores de mentes. Eso, si desean pasar al siguiente nivel. [blur]* [u]Teoría del Interior.[/u] —[/blur] Quienes hayan llegado hasta aquí, ¡felicidades! Han conseguido algo que no cualquiera puede conseguir. Ahora, la ardua misión es mantenerse y no ser degradado. Quien conozca realmente a este ser comprenderá, al fin, que no hay nada de complicado o extraño en él. Que es tan simple como el sol escondiéndose en las noches para aparecer con la aurora. Y la huida del sol guarda secretos mágicos que, en realidad, no tienen nada de secreto, porque se restriegan en la cara de los humanos, sólo que éstos están demasiado ocupados como para detenerse a comprenderlos. Protege a quienes ama, y es capaz de sacrificarse a sí mismo por los demás. El asesinato de su felicidad, si significa la felicidad ajena, irónicamente, será su felicidad. ¿Qué es la felicidad, de todos modos? ¿Acaso es algo que se puede medir, comprar, saborear? Es aquí donde el sujeto presenta un dócil complejo de mártir. ¿Es eso insano? ¿Quién dice? Su vida es así y ha estado sobreviviendo a muchas cosas por ello. Sí, sobrevivir. Si se detiene esta presentación, hay que caer en la cuenta de que sobrevive más de lo que vive. En efecto, hubo tiempos realmente vividos que le trajeron lo conocido como "felicidad"; pero también hubieron tiempos que ameritaron un acto de supervivencia magistral. Ninguno de los dos estados es erróneo. Él no lo ve así, ve a ambos como las dos partes que se necesitan mutuamente para lograr un equilibrio, de ahí que su interior no sólo se atormente a sí mismo, sino que también se proteja y se salve. Pero. . . ¿qué sucedería si dependiera de algo o alguien más? Esa es una respuesta que, por nada del mundo, quiere descubrir. Y un reto que algunas personas podrían querer ganar.

Historia

[size=24][u][color=#ffffff][font=Courier New]Flashback[/font][/color][/u][/size] En algún momento del lejano pasado. . . [center][size=24][color=#ffffff][font=Script MT Bold]Just Like Your Tenderness[/font][/color][/size] [img(450px,200px)]https://2img.net/h/oi42.tinypic.com/2zqvg5k.jpg[/img][/center] [justify]Uno, dos, tres. Los segundos eran contados. Una tarea eterna y sin sentido alguno que, no obstante, podía adquirir algún significado, dependiendo de quién la asumiese. No había sonido de reloj alguno. ¿Para qué relojes, en un mundo donde el tiempo carece de valor?... Pues he aquí que un ser se aferraba tanto al tiempo, que terminó por volverse esclavo de su propia existencia. De su propia inmortalidad. Los recuerdos eran otro juguete que tenía un precio que no podía pagar. Ya había transcurrido poco o demasiado desde la vez que pudo sentir algo por alguien. Desde la vez que, simplemente, pudo sentir algo. La visión de aquella mujer cuyo hijo había perdido la vida todavía era nítida en su mente, mas no podía volver a sentir el dolor que sintió en aquel entonces por ella. No sabía si el excesivo tiempo transcurrido en el cielo, aquel lugar existente y no existente donde un segundo era una eternidad y donde un «para siempre» cabía en un minuto, había terminado con aquella singular empatía... o si el hecho de no haber estado en extrema cercanía a la humanidad desde que consiguiera un nombre había bastado para que fuera... Un momento. ¿Iba a decir [i]menos humano[/i]? Sí, iba a concebir aquella idea, hasta que cayó en la cuenta de que los seres celestiales, en efecto, no podían sentir absolutamente nada. Al menos, él no. Lo comúnmente llamado «emociones» era algo tan suavizado en él que podía cumplir de manera excelente la misión que le había encomendado su Creador: Vivir del Perdón. Y todo estaba bien, porque su amplio raciocinio encontraba algo difícil el hallar perdón en seres que se dejaban llevar por la pasión del momento. Sin embargo, tenía que ser tan excesivamente curioso... como esos científicos que se desvivían por sus descubrimientos. Sólo que él no se desvivía por nada. ¿Qué era [i]desvivirse por algo[/i]?... No tenía ni idea, pero quería averiguarlo. De ese modo, la idea se había fijado en él, dejando que las raíces se instalaran en lo más hondo de su mente. Sí, aquella compañera que era núcleo fundamental de su misión... y aquella traidora que le instaba a prodigarle sentir alguno. Quería volver al mundo humano, porque así él también podría hacerle una jugarreta a su mente, dándole aquellas míseras dosis de emoción que notaba en las personas. Así podía creer en la ilusión de que la perfección de los ángeles nacía de la maravillosa imperfección que Dios les había obsequiado a sus consentidos y que a los suyos, en realidad, les había sido negada. Así podría volverse más humano... hasta que, algún día, ya no recordaría el privilegio de ser un cuadro cuyos colores estuvieran tan bellamente delineados que no parecieran moverse por el lienzo, dotados de vida. Así podría disfrutar mucho más de su misión... o arruinarla por completo. Era un dilema que obligaba a sumergirse en un millar de dudas. No obstante, Haziel no era un ser que dudaba. Él sólo actuaba. Él era la magnífica y bella herramienta que se dejaba usar por las manos del Dueño del Mundo. Y lo hacía con auténtico gusto y disposición. Así pues, sin siquiera titubear, con aquel temple de acero que tanto caracterizaba a las armas de Dios, fue a buscar su resurrección... o su perdición. Vagó. Vagó mucho. Peinando todos los rincones que tuviera a su alcance. Viendo, observando, estudiando, aunque conociera la posibilidad de que la teoría fuera superada por la práctica. Espacio tras espacio, recoveco tras recoveco... hasta que llegó. Se trataba de un pueblo de algún país asiático. Siempre los humanos intentando marcar las diferencias, incluso con la misma tierra. Él podía obtener el permiso de ésta para manejarla, y sabía que ella era una sola. Cual niño voraz, se dispuso a desentrañar el misterio de la felicidad que parecía gobernar a los pueblerinos. Un enigma no podía quedar sin resolver. No para él. Se embarcó en el aprendizaje teórico, sabiendo que, en un futuro, necesitaría un contenedor que le facilitara la ciencia oculta de la práctica experimental. Haziel era ajeno a la sensación de ansiedad o entusiasmo por aquello, mas buscaba a alguien que lograra producirle justamente eso. Vamos, no podía ser tan difícil. Oh… mientras más tiempo pasaba allí, más sentía emociones. No obstante, no era algo completo... Buscaba la totalidad a ese respecto. Y la totalidad llegó a él el día que una voz materna, acompañada de su pequeño hijo, cantaba una canción.[/justify] [center][spoiler="ABRIR - JUST LIKE YOUR TENDERNESS"][youtube]PA-VdzkIlSY[/youtube][/spoiler][/center] [justify]HyukJae siempre había sido alguien poco impresionante. Y Haziel siempre había sido un ser poco impresionable. Quiso Dios, la Providencia, el Destino o el Azar… que lo que conocemos como vida cometiera un error en sus cálculos... y que sucediera el maravilloso error que, tal vez, nunca debió suceder. Entonces, el ángel fue un niño inocente que era impresionado y el niño fue un ángel esplendoroso que impresionaba. Aquellos dos, tan parecidos como diferentes, fueron lo opuesto a lo que siempre fueron. Ese día... El celestial no dudó en aproximarse a la destartalada ventana que, de pronto, parecía proteger la más irreal y simple de las visiones. Totalmente encandilado por la calidez con que madre e hijo se miraban… Por la forma en que la diminuta mano del infante quería acunar el rostro de su progenitora… Por la forma en que aquella mujer sonreía para su vástago, sin dejar de cantar… Y por la forma en que los ojos del niño decían que una persona podía ser su Paraíso. No hacía falta nada más que eso. Sus propias pupilas, insondables, horadaron el cristal empañado de aquella ventana, encontrando su lugar en la ternura que destilaba aquel pequeño. Sí, estaba sintiendo [i]ternura[/i]. Esa emoción que causaba una opresión en el pecho y que dejaba a la víctima preguntándose si sentía tanta pena que deseaba sonreír o si sentía tanta felicidad que deseaba llorar.[/justify] [right][i][blur]Some year, some month, someday... With a pitiful, broken face... Coming in a harsh way to say goodbye. Let's run far away from this.[/blur][/i][/right] [justify]Fue la magia del sentirse conmovido quien logró que el celestial se quedara allí. Fue ella quien le instó a ser compañero de los días de aquel pequeño, escudándose en la falsa creencia de que era simple curiosidad. Para él el tiempo nunca avanzaba, y pronto los años significaban un segundo. ¿Cómo la vida de HyukJae podía ser tan sólo un soplido en medio del infinito? ¿Cómo se le arrebataban los años?... Y, no obstante, el ahora adolescente parecía tan conforme con su efímera existencia que le asombraba. ¿Dónde estaban sus quejas? ¿Dónde estaban sus reclamos a Dios por no haberle dado lo que necesitaba? ¿Dónde? HyukJae era muy diferente a él. Mientras que Haziel era el recipiente que contenía las emociones, HyukJae era el mismo líquido vital que éstas significaban. Mientras que Haziel se aferraba al movimiento universal de la quietud, HyukJae se aferraba a la indefinida quietud del movimiento. Mientras que Haziel era un ser equilibrado y todo el tiempo sereno, HyukJae era alguien espontáneo y voluble. Mientras que Haziel era introvertido y seguro, HyukJae era extrovertido e inconstante. Mientras que Haziel ya había dejado de llorar y gustaba de ser un espectador, HyukJae dejaba fluir con plena libertad sus sentimientos y asumía su papel en el mundo. Mientras Haziel no temía ante nada, porque no tenía nada que perder, al ser cálida y bondadosamente desapegado, HyukJae se dejaba gobernar por toda clase de miedos. Mientras Haziel permanecía inamovible, cantando para sí mismo, HyukJae bailaba para los demás.[/justify] [right][i][blur]This isn't a casual relationship... But we don't have to cry. Let it come easily. Let it end nicely.[/blur][/i][/right] [justify]No obstante, había algo… Algo que anuló todas las diferencias anteriores y que, más que eso, las fusionaba. Haziel fue mudo testigo de todo lo que vivió HyukJae, simplemente estando allí, a pesar de no ser visto. Y cuando tuvo que presenciar aquello que marcaría la vida del muchacho… cuánto lo lamentó. Sabía que cualquier ser humano cuerdo le reclamaría a HyukJae por soportar todo en silencio, pero su amplio entendimiento le permitía comprender la conducta del joven… y compartirla. ¿Masoquismo puro?... Desde la perspectiva que el masoquismo implicaba evitar dolor ajeno, sí. Era un masoquista, tal como ese muchacho que cargó durante años un peso, por amor a su familia y por no querer decepcionarles. Y, de pronto, ese pequeño detalle se volvió la similitud más importante, cuando HyukJae, ya en tierra que llevaba otro nombre, se vio ante la prueba más difícil de su vida. ¿Cómo podía un ser humano mirar a los ojos a quien había sido su verdugo tantos años y decirle que lo perdonaba? ¿Cómo podía un ser humano sentir auténtica piedad y compasión por su torturador? [i]¿De dónde sacaba un simple mortal tanta fortaleza para continuar?[/i] Fue entonces que el celestial se vio conmovido, tanto o más que la primera vez que posó sus ojos en aquella persona. Sabía que HyukJae era lo que necesitaba… Ese humano sería quien le enseñaría lo que tanto quería aprender. Y así, un noche de densa neblina, Haziel se presentó ante al humano, cuando éste se paseaba por la imprecisa línea entre el sueño y la vigilia. Le dejó ver su rostro de sexualidad indefinida, provocando que HyukJae se preguntara si estaba soñando o no. Todo era tan confuso para el mortal... Durante ese tiempo había sido duro habituarse a un lugar nuevo, sobre todo extrañando tanto a sus familiares. Tantos abrazos y lágrimas no habían sido suficientes, quería estar allá para poder ceder ante aquel impulso de nuevo. De igual modo, tantas palabras de amor para su familia no bastaban. Para él nunca era suficiente, siempre había más motivos para decir «te amo». Y ahora no sólo estaba solo, sino que estaba empezando a alucinar. ¿Qué era lo que veía?... Un rostro tan hermoso que no podía ser humano. Un rostro que esbozaba una leve sonrisa, lo cual para él era lo mismo que no sonreír en absoluto. Un rostro que bien podía pertenecer a un hombre o a una mujer. Qué lío. No dijo nada, dejando que los desaforados latidos de su corazón hicieran eco en la habitación. ¿Quién era esa preciosa criatura que estaba a un metro y medio suyo? ¿Qué era? – [color=#33cccc]Soy un ángel. Puedes llamarme Haziel.[/color] – Dijo el ente, causando que se le helara la sangre a HyukJae. No podía hablar… Cierto, no podía hablar. ¿Acaso el otro u otra le había leído la mente? No… No podía ser. Debía estar soñando. No era que no creyera en la existencia de los ángeles, sino que no veía por qué uno se le aparecería a él. ¿Por qué? ¿Para qué? – [color=#33cccc]Te necesito.[/color] – Fue lo que brotó de los luminosos labios del celestial, con una voz melódica y suave. Se hallaba sentado a los pies del catre del humano, sonriendo con una suavidad que, más que tranquilizar al otro, le asustaba. – [color=#ccffff]N… No sé en q… qué puedo… ayu.. ayudar.[/color] – Masculló como pudo HyukJae, con la voz temblorosa. Encogió las piernas, alejándolas del celestial y pegándolas a su pecho, dejando que las sábanas quedaran a un lado. Haziel le miraba. ¿Cómo resumir todo lo que aquel humano le provocaba?... No era mero instinto de protección, ni deseo de amistad, y mucho menos algo de índole romántica. Él no sentía nada de eso, no con profundidad. No obstante, lo que deseaba era algo sumamente natural para él, pero que podía ser muy superior para el entendimiento de un humano normal. Él quería a HyukJae de una manera que dejaba al romance, a la amistad y a la protección reducidas a nada. Él quería… – [color=#33cccc]Quiero que me dejes formar parte de ti. Permíteme ser tú…[/color][/justify] [right][i][blur]Up to now, and year after year... I will never be able to stop...[/blur][/i][/right] [justify]De acuerdo, la confusión del humano fue evidente. ¿Qué? ¿Un ángel le estaba pidiendo que…? No, no entendía nada. ¿Quería que le prestara su cuerpo o algo así? ¿No había una manera más normal de pedirlo? Ese ángel era muy extraño… ¿Todos eran como él?... Le inspiraba miedo. ¿Cómo no quedar petrificado ante semejante aparición? Haziel, por su parte, sonrió. Sí, percibía los pensamientos de HyukJae. Si se detenía a pensarlo… sí, la forma en que pedía que aquel humano fuera su receptáculo era bastante peculiar. No pensaba evitarlo, él era así. Se inclinó un poco hacia el mortal, mientras sus ojos adquirían un brillo fanático. – [color=#33cccc]Puedes llamarlo un «préstamo de cuerpo», pero para mí es mucho más.[/color] – Susurró, con voz aterciopelada. – [color=#33cccc]No sé cómo haría un ángel común para conseguir un contenedor, pero yo… Yo puedo ser tu paz y tú mi intranquilidad. Necesito… Necesito que me salves…[/color] HyukJae frunció el ceño, totalmente atónito. ¿[i]Necesito que me salves[/i]? ¿Era una especie de broma? ¿Por qué un ángel necesitaría que le salvaran? Era ridículo. Se estaba enfadando por la actitud del otro, u otra. – [color=#ccffff]Si eres un ángel, como dices, no necesitas que te salve. Son ustedes quienes salvan a los humanos, no al revés.[/color] – Le espetó, con todo el valor que el enojo podía darle. ¿Cómo podía ese ente burlarse de Dios así? Haziel sólo lo miraba, logrando que el humano evitara sus ojos. Sabía que HyukJae tenía pupilas huidizas y esquivas. Sus propios ojos, siempre angelicales, brillaban de un modo singular, siendo dos luceros en la oscuridad. Percibía el enojo del humano. Una parte de su mente pensó que, si éste se volvía su receptáculo, no sería tan fácil hacerle enojar. Él le daría a HyukJae suficiente paz como para que eso no sucediera. Y HyukJae…[/justify] [right][i][blur]Fondly remembering you... Fondly remembering the past.[/blur][/i][/right] [justify]– [color=#33cccc]Tú puedes darme suficiente imperfección como para sentir.[/color] – Dijo, mientras su voz arrulladora resultaba ser arrolladora para el contrario. Con la confianza que le caracterizaba, tomó la mano del humano, llevándosela al pecho, contradiciendo la habitual timidez del mortal. Buscó su mirada, hasta que logró encontrarla y engarzarla con la suya. – [color=#33cccc]Ayúdame a amar con la devoción con que tú lo haces. Yo no te pido que ingreses a mi mundo… Te pido que me des permiso para ingresar al tuyo. Yo no te estoy ofreciendo ayuda… Te estoy rogando que me brindes la tuya. Sálvame…[/color] HyukJae tembló. La necesidad que notaba en los ojos de ese ángel era increíble. ¿Cómo podía un ángel verse tan…? – [color=#33cccc]¿… [i]decadente[/i]?[/color] – Haziel cortó el hilo de sus pensamientos, sonriendo y apretando más la mano del humano, en un intento vano de sentir su piel. – [color=#33cccc]No te equivocas. Hoy... Hoy tú eres el ángel salvador. Mi ángel salvador… ¿No me crees?[/color] – Hizo una pausa, parándose al lado de la cama, sin dejar las falanges de HyukJae, desplegando sus alas, estirándolas en todo su esplendor, ignorando las heridas en su espalda. Eran puras… Tan puras como el amor desinteresado y desligado de todo que los ángeles sentían. Todavía mirando al aterrado humano, que había palidecido ante la visión de las herramientas de vuelo del celestial, dijo. – [color=#33cccc]Apiádate de mí y déjame ver el mundo a través de tus ojos… Déjame guardarte en mi interior, donde tus emociones inflamadas serán adormiladas. Déjame sumirte en un letargo lleno de paz, donde estarás lejos del dolor, que ya te ha perseguido demasiado. Sólo… muéstrame lo que significa [i]vivir[/i]… [i]Vivir en ti…[/i][/color] – Acto seguido, palpando el sentir que había logrado despertar en el mortal, se arrodilló con total humildad en el suelo, dejando la cabeza gacha ante HyukJae. Éste se hallaba en un trance que no podía comprender. Lo que el tal Haziel decía… ¿Tenía explicación, acaso? ¿Qué tan aburrido de su existencia podía estar alguien para hacer una petición tan loca como ésa? ¿Cómo podía ese ángel ser tan extremista en sus deseos? ¿A quién, en su sano juicio, podía ocurrírsele semejante cosa? ¿Cómo podía ser tan… devoto de algo que ni siquiera había experimentado? ¿Podía llegar tan lejos sólo por descubrir lo que era vivir?... Esa solicitud no tenía ni pies ni cabeza. Era una completa locura que, no obstante… – [color=#ccffff]Está bien. Hagámoslo.[/color] – Antes de darse cuenta, había posado la mano libre en la cabeza de Haziel, sintiendo incluso en el alma la infinita suavidad de sus cabellos celestiales. Prodigó caricias con suma ternura, trasladando al ser sobrenatural a una escena donde las mismas manos prodigaban el mismo afecto a una mujer que cantaba.[/justify] [right][i][blur]With hopes for the soft ocean breeze... The caressing touch of your hand... Just like your tenderness.[/blur][/i][/right] [justify]Fue luego de unos segundos que fueron la eternidad misma, que el ángel plegó sus alas, sometiéndose por voluntad propia ante el humano que significaría su resurrección. HyukJae le ayudó a ponerse de pie y secó la sangre que brotaba de su espalda, sintiendo dolor por aquel ser decadente que ni siquiera parecía sentir sus propias heridas. Y lo sintió tanto… que desinfectó el daño con sus propias lágrimas. Lloró tanto que Haziel vislumbró en su mente que era hora. Los relojes seguían avanzando, y el momento preciso no debía pasar. Entonces fundieron sus espíritus, siendo un solo desequilibrio equilibrado, quedando uno dormido, despierto en el interior; y el otro despierto, velando por el sueño externo de su compañero, haciéndolo con infinita ternura… [i]Ternura que podía sentir gracias a él[/i]. Lo que trajo el sol fue la normalidad que había sido arrebatada por la noche. Despertó en la cama, enredado con las sábanas. Lo primero que hizo al abrir los ojos fue quedarse mirando el techo, evocando cada segundo de lo acontecido. Lo segundo fue sumergirse en HyukJae, siendo él. Sonrió sin notarlo. Podía jurar que sentía al mortal allí, en su interior… Al siguiente segundo ya corría con sus piernas inexpertas hacia el baño, sorprendiéndose por aquel entusiasmo tan poco habitual en él y tan común en HyukJae. Se detuvo ante el espejo, mirando sus ojos… [i]Los de él[/i]. Los suyos. Se llevó una mano al rostro, acariciando a HyukJae y a sí mismo a la vez. El sentir físico era un sueño lejano, pero la emoción que le embargó en ese instante fue tanta para él que las pupilas se le empañaron. Sí, se le empañaron, con una humedad que hacía décadas no se alojaba en él. Se tragó el nudo de la garganta, sonriendo con la misma ternura que había destilado HyukJae cuando era un niño, recordando su vida y haciéndola suya. Cerró los ojos. – [color=#99ffff][i]With hopes for the soft ocean breeze... The caressing touch of your hand... Just like your tenderness...[/i][/color] – Recitó luego de canturrear la canción en chino, sabiendo que ese mismo día saldría a pasear por el parque que quedaba cerca, sintiendo incertidumbre por primera vez. [i]Sintiendo.[/i] Saboreando aquella primera pizca de la tan ansiada [i]Salvación[/i].[/justify]
Anexo
•- Adora las fresas. •- El ahora portador de su nombre siempre fue como su hermano menor. De hecho, ese fue uno de los motivos por el cual se lo cedió. •- Hay ciertos traumas de su pasado que nadie conoce. •- No se sabe su verdadera edad, sólo la de su receptáculo. •- Hace mucho tiempo, una de sus fobias fue usada en su contra en una batalla. Cuando se volvió un mejor luchador, se prometió no confiarle a nadie dicha debilidad. •- Nunca lo admitirá a extraños, pero le fascina que lo inviten a comer. •- Hay una parte de su pasado desconocida para sus hermanos de raza, incluso. Cuando volvió, se autoproclamó "Hariel", el cual es un alias que representa una incógnita. •- Tiene un lazo especial con Lelahel y el actual Haziel. [center]* * * [size=18][u][font=Courier New]Hariel.[/font][/u][/size][/center] Esencia que aporta: Purificación. Dota a sus influenciados a luchar contra todo aquello que combata la espiritualidad, contra todo aquello que impida la comunión con nuestro Yo o nuestro Ser Interior. Posibilita la unión entre dos seres que habitan la misma persona.. Es innovador, tanto en el arte como la ciencia. Se puede entender que, además de capacitación por el arte, tiene un Don de Armonía, incluida la armonía de su entorno y, finalmente, de su vida, la cual lucha por conseguir.
FB - La caída? [center][size=28][font=Mistral]La Caída[/font][/size] [img(500px,350px)]https://2img.net/h/oi61.tinypic.com/21nl8i8.png[/img][/center] [justify]Paz. . . Era una de sus palabras preferidas. Tan pequeña y, al mismo tiempo, tan extensa. Como la vida misma. [i]Vida.[/i] ¿Qué era eso? ¿Se trataba de algo que podía ser obtenido con facilidad?... ¿Por qué sentía que aquel derecho le había sido negado?... Por supuesto, aquellos que eran como él jamás podrían tener un derecho similar. Sus existencias no eran un soplido vívido en el infinito, como en el caso de los humanos; sino la misma atmósfera, aparentemente estática. Era esa estado de quietud el que le daba tanta armonía interna, al mismo tiempo que buscaba alguna agitación que le hiciera creer en la ilusión de que él también podía [i]vivir[/i]. Cuando encontró a HyukJae fue así, emoción por doquier. ¿Qué más, sino? Había iniciado sus días en terreno mortal, descubriendo sencillos secretos que eran magnánimos a sus ojos. La humanidad era lo más fascinante que él pudiera haber hallado, porque se basaban en la paradoja eterna de la felicidad. Sí, aquel término que nadie nunca había podido poseer en su totalidad. Dicen que el sentir implica sufrir, y vaya manera que había tenido él de descubrirlo. . . Un golpe, y otro, y otro más. . . Y, de pronto, se veía a sí mismo cayendo al vacío. Ese estado de anestesia le hacía querer tener experiencias mucho más mundanas, siendo atraído a ellas como la abeja a la miel de la flor. ¿Podría dejar de ser lo que era para buscar una identidad nueva?. . . Era un pensamiento muy osado, común en él. Y era por eso que quería descubrir la respuesta. Un suspiro abandonó sus carnosos labiales, dirigiendo el aire hacia arriba, bailando éste con su flequillo aguamarina. Sus piernas cruzadas y sus posaderas contra el suelo denotaban su aura mansa, mientras esperaba a aquel que había llamado. Él sería el primero en enterarse. . . El primero a quien le confiaría lo que planeaba hacer. Su hermano menor, su confidente, su amigo. Y luego de él, vendría Lelahel, su apoyo eterno. Un suave e imperceptible mohín se alojó en él ante el pensamiento de que ellos no podrían estar a su lado en adelante. No obstante, no todo era tristeza. . . Podía recordar todas las veces que Lelahel había estado allí para él, con sus sonrisas incondicionales, con sus sabios consejos, con su afecto, con su simple compañía. . . Era algo invaluable, algo que no podía medir ni comprar. Irónicamente, las mejores cosas siempre eran gratis. Y ese pequeño, el futuro Haziel, el que era tan cariñoso y alegre, el que se había ganado su cariño en tan poco tiempo, consolidándose como un auténtico hermano. Ah, cómo les extrañaría. . . Una nostalgia bella se instaló en su pecho, hinchándolo de tal modo que le hacía sentir más pesado a la vez que ingrávido. ¿Por qué? . . . Porque no todo era alegría, tampoco. . . A veces, también era vacío.[/justify] [center][i][blur]Ven. . . Te necesito.[/blur][/i][/center] [justify]Su sonrisa susurró secretos de melancolía. Ya el pequeño descubriría que el mensaje iba para él.[/justify]

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